¡Queda menos de un mes! La cuenta regresiva para el "cierre" del gobierno de Estados Unidos vuelve a sonar.

El Congreso de Estados Unidos reanudará sus sesiones el martes, y queda menos de un mes para que cumpla una de sus funciones principales: mantener el financiamiento de las agencias federales y evitar el cierre parcial del gobierno, una tarea que en los últimos años se ha vuelto cada vez más difícil de lograr.

En el primer año del nuevo gobierno del presidente Trump, las intensas divisiones partidarias en el Congreso ya se han agravado. La administración Trump decidió no gastar parte de los fondos previamente aprobados bajo acuerdos bipartidistas, y la ley de reducción de impuestos aprobada en julio, todo lo cual enfureció a los legisladores demócratas. Analistas independientes afirman que dicha ley podría provocar que más de 10 millones de estadounidenses de bajos ingresos pierdan su seguro médico.

El trabajo de los legisladores para llegar a un acuerdo sobre los aproximadamente 1.8 billones de dólares de gasto discrecional dentro del presupuesto federal de 7 billones de dólares se complicará aún más debido a las disputas previstas sobre los siguientes temas: la publicación de información relacionada con Jeffrey Epstein (delincuente sexual convicto y ex amigo de Trump), así como el envío adicional de agentes federales y la Guardia Nacional a Washington D.C. por parte de la actual administración.

Desde 1981, Estados Unidos ha experimentado 14 cierres parciales del gobierno, la mayoría de los cuales duraron solo uno o dos días. El más reciente ocurrió durante el primer mandato de Trump, desde diciembre de 2018 hasta enero de 2019, y duró 34 días.

El Partido Republicano de Trump tiene mayoría en la Cámara de Representantes con 219 escaños frente a 212, y en el Senado con una ventaja de 53 a 47, pero las reglas del Senado requieren 60 votos para aprobar la mayoría de las leyes, lo que significa que se necesitará el apoyo de siete demócratas para aprobar una ley de asignación de fondos.

Un “juego preventivo de culpas” ya comenzó este verano, con debates sobre quién debería asumir la responsabilidad si el Congreso fracasa y se produce un cierre parcial del gobierno.

Antes de que los republicanos aprobaran la solicitud de Trump de recortar 9 mil millones de dólares en ayuda exterior y fondos para medios públicos, el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, dijo en una carta en julio que, debido a los recortes republicanos a fondos ya aprobados por el Congreso, la mayoría no debería esperar que los demócratas actúen “como si nada” en el proceso bipartidista de asignación de fondos.

En marzo de este año, Schumer enfrentó fuertes protestas dentro de su propio partido después de proporcionar suficientes votos para una resolución continua que mantuviera el financiamiento del gobierno. En ese momento, argumentó que permitir un cierre del gobierno causaría un daño aún mayor.

La estrategia completa de los demócratas aún no está definida, pero los líderes demócratas ya han solicitado reunirse con sus colegas republicanos para discutir el tema de los plazos. Algunos demócratas esperan que los republicanos garanticen que, si la administración actual presenta más demandas, no recortarán fondos unilateralmente.

“Espero que, a medida que nos acerquemos a la fecha límite de septiembre, este proceso continúe de manera bipartidista”, dijo el líder de la mayoría en el Senado, John Thune, en un discurso en la cámara.

Algunos demócratas, incluida la senadora Elizabeth Warren de Massachusetts, apuestan a que los conservadores serán culpados y que la fecha límite de financiamiento debe usarse como moneda de cambio.

“En septiembre, los republicanos necesitarán aprobar un presupuesto para mantener el gobierno abierto, y para hacerlo necesitarán algunos votos demócratas”, dijo Warren en un mitin en Nebraska en agosto.

Al referirse a la ley integral de reducción de impuestos, agregó: “Si querés mi voto, y el de estos otros demócratas, por el amor de Dios, ¡podés devolver el seguro médico a 10 millones de estadounidenses!”

Según el Departamento del Tesoro, la deuda federal de Estados Unidos es de 37.25 billones de dólares. Bajo gobiernos tanto republicanos como demócratas, la deuda ha seguido creciendo a medida que el Congreso continúa autorizando gastos federales superiores a los ingresos.