El polémico analista y defensor de Bitcoin, Max Keiser , volvió a colocar a El Salvador en el foco del ecosistema con una serie de mensajes en X. En ellos, afirma que el país lidera la adopción global de BTC y proyecta que su acumulación llegará a 20.000 BTC, muy por encima de las tenencias actuales de 6.334 BTC, según datos públicos del gobierno.
De 6.334 BTC hacia los 20.000
Keiser, que reside en El Salvador y actúa como asesor del gobierno de Nayib Bukele, escribió que el país tiene la «superioridad moral» frente al mundo al acumular Bitcoin «por cualquier medio necesario». Aseguró que la cifra de 20.000 BTC es una meta inevitable, lo que a precios de mercado equivaldría a más de $2.240 millones.
Actualmente, los registros oficiales indican que El Salvador posee 6.334 BTC, fruto de las compras periódicas anunciadas por Bukele desde 2022 y de la estrategia de «1 BTC por día» iniciada en 2023. El salto hacia los 20.000 BTC representaría más que triplicar las reservas actuales, consolidando al país como uno de los mayores tenedores estatales del mundo.
El Salvador y la narrativa de la adopción
En un segundo mensaje, Keiser defendió que Bitcoin es «permissionless» y que El Salvador mantiene la tasa de adopción más alta del mundo, en crecimiento constante. De esta manera, buscó desestimar el FUD que suele circular en torno a las políticas salvadoreñas y al impacto real de la Ley Bitcoin, vigente desde septiembre de 2021.
La narrativa de Keiser conecta con la estrategia de Bukele: más allá de la volatilidad, la apuesta se presenta como un modelo de independencia financiera frente a los organismos internacionales y como un motor para atraer turismo, inversión extranjera y proyectos de minería basada en energía renovable.
Entre cifras y simbolismo
Si bien aún existe distancia entre los 6.334 BTC actuales y la meta de 20.000 BTC, el mensaje de Keiser busca reforzar la idea de que el país seguirá acumulando sin retroceder. En un contexto en el que otros gobiernos apenas exploran pilotos de monedas digitales, El Salvador mantiene su rol de laboratorio global de Bitcoin.
La proyección no solo alimenta el debate sobre el costo y los riesgos de esta política, sino que también reitera el papel simbólico que juega la nación centroamericana: mostrarse como pionera en la adopción estatal de BTC y desafiar la narrativa dominante de las instituciones financieras internacionales.
